Estoy frente a un espejo colmado de sombras.
Me asomo y encuentro la sombra de tu sombra.
Mi reflejo es este frasco vacio que colmaba tu aroma.
Se ha ido la esencia; todo queda sin tu olor y con dolor.
Nuestras paredes ya no huelen a ti, ni mi piel, ni tu ropa huele a ti.
Me pregunto para qué seguir.
He olvidado cuantos soles, cuantas lunas han pasado desde entonces.
No se detuvo el tiempo, es evidente.
Te necesito. Siento un dolor enorme, insoportable.
Ya no estarás conmigo, ya no estarás con nadie en este mundo.
Quisiera ser como la muerte,
Sacarte de este lugar donde habitaste y habitas.
Yo sigo aquí, pero necesito expulsarte para vivir.
Si esto es otro final o si es solo el principio, me da igual.
Estoy sin ti. Eso es como no estar, como no existir,
Como nunca haber nacido; como no ser.
Ya solo me propongo continuar,
Permitir que el miedo haga su trabajo o que haga su trabajo la tristeza.
No creo que haya nada más.
LIDIA GONZÁLEZ MEDRANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario